¿Cuánto tiempo pasás mirando la pantalla de tu celular? ¿Tu vida es tan perfecta como la de tus contactos en redes? ¿Cuánta productividad dejó de tener tu día de trabajo? Una invitación a pensar sobre la incidencia del mundo digital y sus plataformas más populares, en nuestra vida cotidiana.
Recibí esta semana una invitación de Santiago Bilinkis* para ver el video de su última charla en TEDx Río de la Plata y, afortunadamente, decidí hacerme el tiempo para verlo: gran decisión. Santiago expone en menos de 18 minutos una problemática de la que todos, en mayor o menor medida, formamos parte como protagonistas, como víctimas, como testigos, como victimario o desde algún otro lugar: el "hackeo" y la manipulación que los medios y plataformas digitales llevan a cabo sobre todos nosotros.
Hace tiempo que vengo reflexionando, cuestionando y/o exponiendo en mis clases de la universidad, así como en mis conferencias sobre marketing y/o transformación digital, el rol a veces excesivamente protagónico que la tecnología juega frente a nosotros y en nuestras vidas. ¿Qué es eso de sentirnos tan pendientes de la cantidad de "likes" que consiguió nuestra última foto publicada en Instagram? ¿Cuándo se volvieron tan importantes los comentarios que nuestras publicaciones logran en Facebook? ¿Y ese apasionamiento por la vida de desconocidos, ahora llamados "influencers"? ¿Qué estaban haciendo hace unos años todos esos "gurúes" de Instagram que hoy abundan? ¿Es realmente tan grave que nos dejen sin respuesta después del doble tilde azul?... Algo nos está pasando. Sin dudas.
En su charla, Santiago hace referencia a aspectos de nuestra psiquis que, de múltiples formas, vienen siendo operados o intervenidos, gracias a la dinámica que nos proponen distintos espacios digitales; condición que las neurociencias y la psicología ya nos venían ayudando a interpretar desde hace rato: búsqueda de una ilusoria perfección, espejos imaginarios sobrevalorados, enajenación e insaciable autoexigencia en aumento; algunos de los peligrosos fenómenos vigentes, aunque la calificación parezca exagerada.
Entiendo que uno de los pilares que sostiene a las redes sociales (como dinámica, no como negocio -aunque indirectamente también-) es nuestra inevitable búsqueda de aprobación por parte de terceros, al que podríamos sumar nuestro costado voyeurista, que nos invita repetidamente a espiar las vidas de los demás. El mismísimo Abraham Maslow hace más de 70 años reconocía la incidencia de la búsqueda de aprobación en nuestra motivación; lo mismo, Jacques Lacan, años más tarde, al hablarnos de la conformación de nuestro deseo. Como sea, el punto es que las redes explotan de manera extraordinaria nuestra naturaleza psicológica para mantenernos ahí, generando, publicando y consumiendo contenidos. Mientras tanto, en el otro mostrador de las redes, los usuarios son las empresas, emprendedores y marcas, que buscar llegar con sus productos y servicios a nuestros explícitamente ultrasegmentados y organizados perfiles, y acá es donde la cosa dejó de ser gratuita. Los anunciantes son los que soportan el modelo de ingresos de las distintas plataformas, generándoles ingresos por la publicidad que nosotros consumimos. Es decir, el círculo es "perfecto".
Así las cosas, como también explica Santiago en su charla, el negocio de Facebook, Instagram, YouTube y las demás, depende, fundamentalmente, del tiempo que nosotros transcurrimos (¿o dejamos escurrir?) en sus distintas plataformas: más tiempo nuestro equivale, de alguna manera, a más espacios publicitarios para vender, los cuales podrían equivaler a más ingresos para las mencionadas compañías. Al mismo tiempo, la proliferación de cada vez más piezas publicitarias que se nos proponen una y otra vez, además de la multiplicidad de propuestas de entretenimiento (como los juegos online o el streaming de series, películas y música, por citar algunas), van erosionando nuestra capacidad de concentración, al tiempo que instalan y "enriquecen" nuestras distracciones. Sin dejar de mencionar cómo todo eso que vamos consumiendo va moldeando nuestras percepciones sobre todo lo que nos rodea y ocurre.
Ese teléfono celular superpoderoso y omnipresente es el vehículo perfecto para que el fenómeno explicado resulte cada vez más potente. Una vía de escape siempre a mano (casi literalmente) para eludir esos vacíos y tiempos "muertos" que el devenir de nuestras vidas nos va deparando. Imaginen, de lo contrario, qué podríamos hacer o que tendríamos que hacer con todo ese tiempo libre del que dispondríamos con un uso más consciente y eficiente de estas tecnologías... Ese aparato, sin el cual ya no imaginamos nuestra vida, y que se vuelve cada más más "imprescindible", es uno de los principales responsables de nuestro consumo digital (y enajenación) en aumento.
No obstante todo lo anterior, como para no parecer pesimista frente esta apasionante realidad que nos toca (y construimos), y hasta haciendo caso omiso a las advertencias de The Matrix y Black Mirror, también podríamos decir que efectivamente la tecnología, en mucho, hace nuestra vida más fácil: practicidad, velocidad, ubicuidad, comodidad, economía y potencial de relacionamiento, son algunos de los tantos beneficios que podríamos reconocerle. La tecnología es una ayuda y un camino que no debemos abandonar hacia una mejor calidad de vida. Debemos reconocer que hoy somos analógicos y digitales. Lo llamado "virtual" es casi siempre tan real como todo lo demás.
Decía, al principio, que estas líneas pretenden ser una invitación a pensar. A mi juicio, tenemos la gran oportunidad de retomar el control de nuestra consciencia, aprender a gestionar tantas distracciones potenciales, aumentar la autovaloración y recordar que también hay una vida analógica que bien merece ser vivida. Estamos todos aprendiendo y parte de lo que debemos aprender pasa por equilibrar nuestro (no tan) nuevo yo-analógico-digital, de la manera más saludable que podamos.
Por Gustavo Alonso, Director General de Time to Market
Nota del autor: Les dejo la imperdible charla de Santiago en TEDx Río de la Plata y agradezco a Santiago su amabilidad por permitirnos reproducirla aquí. No se la pierdan.
* Santiago Bilinkis es argentino, emprendedor tecnológico, fundador de Officenet y otras empresas, uno de los organizadores de TEDx Río de la Plata y tantas cosas más que dan forma a su prolífica carrera profesional.